Entrevista concedida por Daniel Bensaïd, dirigente de la LCR, al diario parisiense Libération.
Libération : La fragmentación del campo del “no” (de las fuerzas que se opusieron, desde la izquierda, al Tratado Constitucional europeo en el referéndum del 2005) no es consecuencia de los juegos de aparatos de la LCR y del PCF?
Daniel Bensaïd : El “no” en el referéndum del 2005 no ha sido suficiente por fundamentar un proyecto común de gobierno, la definición del cual constituye la finalidad esencial de los comicios presidenciales y legislativos. La fragmentación del campo del “no” ha empezado con la reconciliación de Fabius, Mélenchon y Emmanuelli (dirigentes socialistas enfrentados al Tratado) con la mayoría dirigente del PS, llegando a una resolución de orientación común, de síntesis, en el Congreso de Le Mans. Lo que ha impedido la materialización de una deseable candidatura unitaria de la izquierda radical, ha sido un desacuerdo político a propósito de las alianzas con el PS.
Para Marie-George Buffet (PCF), existe un campo único de la izquierda, que su candidatura tendría como ambición reunir e inclinar hacia la izquierda. Pero durante veinte años, desde 1983 hasta el 2002, periodo del cual quince corresponden a sucesivos gobiernos de esta izquierda, unida o desunida, Le Pen ha pasado de un 3% de votos a un 17%. Una parte de la izquierda denominada “antiliberal” se ha revelado “subalterna” y “suplementaria” respeto al Partido socialista, en el ayuntamiento de París como el Consejo regional de Îlle-de-France. Y es que, como poco, hay dos izquierdas: una izquierda social-liberal y una izquierda radical anticapitalista. Nosotros proponemos un frente de resistencia a la política de demolición social que representa Sarkozy y la constitución de una fuerza independiente del PS, capaz de imponer mesdidas de urgencia social a su gobierno – en la eventualidad de un triunfo de Ségolène Royal.
Libération : Rechazando de entrada cualquier acuerdo con el PS, no estaréis condenando a la izquierda al fracaso?
Daniel Bensaïd : La lógica de esta pregunta es que haría falta suprimir la primera vuelta de las elecciones e instaurar un bipartidismo coherente con el presidencialisme. Para batir a Sarkozy y a Le Pen, no sólo en las urnas sino también en el terreno social, hace falta reconstruir una izquierda de combate alrededor de un proyecto político realmente alternativo. La izquierda liberal no nos necesita en nada para condenarse ella misma al fracaso. Su política ha provocado la erosión de su electorado popular y el éxodo de los votos de los enseñantes hacia la candidatura de François Bayrou (candidatura de la derecha liberal que se presenta bajo un perfil menos agresivo que Sarkozy. NdT). La línea que consiste a decir “cualquiera menos Sarzozy” desde la primera vuelta, representa el voto del miedo. Y el miedo es muy mal consejero. Lo vemos en Italia, dónde justamente esta idea de cualquiera “menos Berlusconi” ha conducido a un gobierno de Romano Prodi que sigue tirando adelante las privatizaciones, financia la guerra a Afganistán, adopta unos presupuestos de austeridad y desespera a la izquierda. Ségolène Royal no haría otra cosa. Sobre todo que, sobre la cuestión europea, la candidata socialista mantiene un mutismo paradójico. Y es que una política de justicia social o bien una intervención de el estado en el capital de Airbus, toparían enseguida con el veto de la Comisión de Bruselas en nombre de aquella “competencia no falseada” que proclamaba el proyecto de Constitución.
Libération : El filósofo comunista Etienne Balibar critica la vaguedad de la consigna “antiliberal”, incapaz, según él, de calibrar las evoluciones del capitalismo…
Daniel Bensaïd : Estoy de acuerdo con él a propósito de la vaguedad que representaría un cierto “antiliberalisme abstracto”. Yo también prefiero más hablar de anticapitalismo, a condición de no contentarse con un anticapitalisme tan genérico (y “ségocompatible”) como este antiliberalismo del que habla Balibar. En el corazón de el anticapitalismo, hay la doble cuestión del trabajo y de la propiedad. La problemática del trabajo recae en primer lugar, hoy en día, en los efectos de su intensificación (con todo un cortejo de padecimientos que llegan hasta el suicidio), en el paro y la precariedad. La cuestión de la propiedad plantea el tema de los servicios públicos, de los bienes comunes de la humanidad (el agua, el aire…), de la privatización de los conocimientos y de todo aquello que es vivo, del “derecho exigible a una vivienda digna”… (Un derecho que se opone al derecho divino de los grandes propietarios, mediante medidas enérgicas, como por ejemplo la requisició de las viviendas vacíos o la municipalización del suelo para hacer frente a la especulación inmobiliaria y financiera).
Traducción del francés al catalán y notas de Revolta Global. Traducción al castellano por corriente alterna.
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