“Debemos dar un proyecto político a las resistencias”

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La Hiedra habló con Daniel Bensaïd, uno de los líderes históricos de la LCR en Francia sobre la situación de la izquierda en Europa y las posibilidades de un nuevo partido anticapitalista. Entrevista por Manel Ros.

Manel Ros: ¿Podríamos decir que Francia está situada a la derecha porque Sarkozy es presidente?

Daniel Bensaïd: La verdadera cuestión es saber si la sociedad francesa como tal se ha desplazado a la derecha y eso no sólo se puede decidir a partir de un fenómeno electoral. Hace un año, cuando Sarkozy salió electo, parecía una elección triunfante, pero en realidad creo que hay capacidad de resistencia social. Sarkozy fue escogido en base, en parte, a una equivocación, ya que se presentó como el candidato que quería restablecer la voluntad política frente al catastrofismo económico, sobre todo con el tema del poder adquisitivo, y todo eso ha fracasado en menos de un año. El discurso que hizo en enero cuando decía que no podía hacer nada porque la caja estaba vacía, es el mismo discurso de impotencia que hizo Jospin en 1997 cuando cerraron la fábrica de Renault. De hecho, la caída de su popularidad ha sido espectacular, ya que se dividió en dos en menos de un año. Por lo tanto, creo que no es preocupante. Además, si comparamos la situación con el 2002, con Le Pen llegando a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con un 17%, ahora parte del electorado de Le Pen se ha transferido hacia Sarkozy y el hecho es que la izquierda radical, principalmente la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR), ahora mismo empata con Le Pen y eso es un cambio importante en menos de cinco años.

Manel Ros: Por lo tanto, a nivel europeo, ¿tampoco lo podríamos afirmar, a pesar de Merkel y Berlusconi?

Daniel Bensaïd: Confieso que lo que ha pasado en Italia me parece más difícil de interpretar. Con unos movimientos sociales tan fuertes como el de Francia o con un movimiento antiguerra, junto al inglés, de los más fuertes y activos contra la guerra de Irak, ¿cómo se explica que en menos de cuatro años se llegue a un desastre electoral con la victoria de Berlusconi? Y además con la desaparición, por lo menos a nivel institucional, del que podría ser el equivalente a una izquierda radical alrededor de Rifondazione Comunista. Creo que es el precio que se debe de pagar por un error político. Podríamos decir que es la política del mal menor. No se establece una diferencia entre los proyectos de centro izquierda o social-liberales y una verdadera alternativa. En ese caso, la gente pierde sus razones para votar a una alternativa, pero el mal menor a veces es el camino más rápido hacia el peor, como ha pasado en Italia.

Ahora mismo debemos ver qué pasará. Por el momento parece preocupante la situación, no sólo por la victoria de Berlusconi sino también por el impacto en sectores tradicionalmente obreros de la Liga Norte. Pero a la vez, puede ser que de aquí a un año, con la crisis internacional que hay, tampoco Berlusconi haga milagros. Creo que hay fenómenos electorales que son así: gana la socialdemocracia, cada vez más liberal; después una derecha dura; entonces la derecha dura no lo es tanto como lo parecía, como en Francia donde Sarkozy está perdiendo en parte por promesas no cumplidas a sectores populares, pero también a la derecha. No cumple con las reformas liberales. Todo eso puede pasar con Berlusconi, ya que hay una crisis de conjunto. Por una parte está el movimiento obrero, los movimientos sociales y la izquierda tradicional, pero por la otra también hay una crisis de hegemonía que no está resuelta por parte de la clase dominante y la burguesía. Es una situación de fragilidad de ambos lados. Entonces ahora depende mucho de si somos capaces o no de dar una respuesta social ante una crisis en una situación ya de por sí negativa. Pero al mismo tiempo también necesitamos un proyecto europeo. Ahora mismo, la política nacional en términos de conquistas sociales está estrechamente relacionada con el marco europeo. Creo que aquí también hay elementos positivos, como por ejemplo, una huelga reciente en Rumanía, donde la gente de la Europa del este reclama salarios equiparables a los de la Europa occidental, y eso abre oportunidades. Confirma que se está construyendo una relación de solidaridad. Los trabajadores de Francia organizaron una recogida de dinero para apoyar las reivindicaciones de Rumanía. Construir un espacio de solidaridad social a nivel europeo es necesario ya que si Europa se mantiene en el marco del Tratado de Maastricht o de Lisboa no hay margen de maniobra para una política social. Este es el gran reto. La socialdemocracia se queda sin proyecto. Por ejemplo en Alemania el discurso de Lafontaine, del Die Linke, es reconstruir el estado social, pero el estado social ha estado destruido metódicamente tanto por los gobiernos de derechas como por los de izquierdas desde hace veinte años. Por lo tanto implicaría revertir por completo la política europea y restablecer el control político del Banco Central Europeo, una política de empleo, una política de servicios públicos y tal como está la socialdemocracia europea es muy dudoso que lo haga, aunque dudoso es una palabra moderada. Pero no se puede hacer por varías razones: porque han perdido sus bases, en las que se mantenía la socialdemocracia apoyada en el sector público, y eso ha provocado que las cúpulas de la socialdemocracia, antes formadas por altos funcionarios, pasen a ser parte integral de las empresas privadas y financieras. Todo esto abre un espacio de resistencia social y política que se debe conquistar, no solo es un vacío que hay que ocupar, no es un proceso natural, pero hay un espacio a la izquierda que está producido por la resistencia social, desigual según los países. Ahora debemos dar un proyecto político a todo esto.

Manel Ros: ¿Nos puedes hablar de la propuesta de la LCR sobre el nuevo partido anticapitalista?

Daniel Bensaïd: El problema que se plantea viene de hace mucho tiempo, desde los años 80. La situación francesa ha estado caracterizada desde la Segunda Guerra Mundial por la doble polaridad entre el gaullismo, con un aspecto social más bien bonapartista, y el Partido Comunista Francés (PCF). Lo que Sarkozy intenta hacer es llevar la situación social en Francia al nivel y a la norma de la UE, es decir, introducir una reforma liberal que hasta hoy ha tenido dificultades para imponerse, gracias a la resistencia social. Por otro lado, cualquiera que sea el próximo líder de la socialdemocracia, ya sea Segolène Royal o cualquier otro de los nombres que hay sobre la mesa, el único camino a la vista es poner a la socialdemocracia francesa al nivel del Nuevo Laborismo en Inglaterra o del Partido Demócrata en Italia. Esto es un desplazamiento hacia el centro de aquél que antes había estado en la izquierda. Y el PCF que existe a nivel municipal, mantiene 10.000 concejales municipales pero su supervivencia depende de su alianza obligada con el Partido Socialista (PS), tanto material como políticamente. Entonces, se trata de un desafío. ¿Qué hacemos ante esto? Debemos crear un espacio de resistencia y lanzar una propuesta un poco ambiciosa, hay que dar un salto basándonos en la resistencia social e incluso con una cristalitzación electoral, que se puede considerar alrededor de la figura de Olivier Besancenot. Creo que su popularidad está un poco sobrevalorada por las encuestas, ya que el 14% que se le atribuye no corresponde con la realidad, que sería de un 7 u 8%.

Esto tiene que ver con la personalización política de las elecciones presidenciales de la República y con la influencia mediática. Pero ahora se está cristalizando un espacio electoral a la izquierda, no solo para las elecciones presidenciales, ya que se obtienen resultados un poco superiores a los de Olivier Besancenot a las elecciones al parlamento. Y de manera más interesante en las últimas elecciones municipales, que son difíciles para una formación de izquierda radical, ya que pesan mucho los fenómenos locales, como las personalidades municipales, etc. Yo pensaba que sería difícil; aún así presentamos 200 listas en las principales ciudades y el promedio quedó por encima del 5% de los votos. 130 listas por encima del 5% y 30 listas por encima del 10% en ciudades grandes como Clermont-Ferrand y quizá de forma más interesante, aunque no espectacular del todo, fue la repercusión en los medios de comunicación.

En la segunda vuelta, y de acuerdo con la ley, mantuvimos las listas por encima del 10% υ y propusimos al PS hacer una alianza contra la derecha, pero sin un acuerdo de programa. Yo pensaba que perderíamos muchos votos, ya que la gente vota en la primera vuelta por convicción y en la segunda, al mal menor. Sin embargo, sucedió lo contrario. En Clermont-Ferrand pasamos del 13 al 15%, de manera similar a otras ciudades donde los resultados se mantuvieron o aumentaron en algunos puntos.

El hecho es que se está consolidando un espacio social a la izquierda, como ya venía pasando desde hace tiempo, y además, este espacio está entrando en el marco político. En este sentido no tenemos aliados a nivel nacional. Posibles aliados serían el PC o parte del PC. Se trata de un proceso desde la base, compuesto por individuos comprometidos con la lucha social o dirigentes sindicales que se añaden. Es difícil, pero a nivel de programa, estamos heredando los programas de la campaña por el No al Tratado Constitucional europeo y no hay problema ya que los militantes están familiarizados.

Cuando nos preguntamos qué tipo de organización queremos, (democrática, pluralista…) tampoco creo a que haya demasiados problemas. El problema es el proceso, cómo la gente desde la base debe construir algo nuevo en conjunto. Lo que haremos en junio es una conferencia nacional de los colectivos para establecer una dirección paritaria hacia un congreso constituyente a principios de 2009. Eso será complicado, porque la mitad serán de la LCR y la otra mitad independientes. Se trata de algo simétrico ya que hay individuos no afiliados que trabajan juntos con una organización histórica. Creo que, por el momento, debemos ser lúcidos sobre las posibilidades reales. No seremos de la noche a la mañana un partido de masas, con decenas de miles de afiliados, pero es posible tener entre 8.000 y 15.000 miembros, lo cual cambiaría muchas cosas, nos daría conciencia de lo que somos capaces de hacer y debilitaríamos a la izquierda tradicional.

Manel Ros: ¿Qué puede recuperar la izquierda del mayo del 68? ¿Crees que hay algo por recuperar o lecciones que aprender?

Daniel Bensaïd: Hay mucha discusión sociológica sobre los cambios que hubo en la universidad, la organización del trabajo, sobre los cambios culturales… más tarde, en los años 70, se abrió un espacio para que surgiesen los movimientos feministas, gays, ecologistas. Además hubo un inicio de la organización democrática de los movimientos. Pero de lo que no se habla mucho es del aspecto estratégico del 68 a nivel político y sindical. Existió la posibilidad durante un corto lapso de tiempo de derribar a un gobierno muy conservador, muy tradicional, a partir de una huelga general, aunque no existían ciertas condiciones. Además, a nivel sindical, y debemos tener en cuenta que la Confederación General del Trabajo (CGT) francesa era totalmente hegemónica en aquellos momentos y estaba controlada por el PCF, era totalmente imposible ir a repartir octavillas a una fábrica, ya que te debías defender físicamente. A pesar de todo eso, después de que el secretario general de la CGT negociase con el gobierno los acuerdos de Grenelle, fue de madrugada a presentar los resultados de la negociación a la asamblea general de la Renault – la fábrica simbólica más importante – ante unos 30.000 trabajadores y cuando les presentó los acuerdos, fue abucheado. Pero fue bastante hábil porque dijo que si no estaban de acuerdo, no firmarían el pacto, pero al mismo tiempo tampoco hicieron un llamamiento para volver al trabajo ya que nunca habían hecho una llamada a la huelga general. Y eso era un problema, porque sí que era una huelga general, aunque la CGT no había hecho una llamada por su parte a la huelga general. Y eso no solo son problemas simbólicos, pues significa que no hubo una plataforma común para la huelga y tampoco una dirección de la huelga elegida democráticamente de forma unitaria. Todo esto permitió organizar la vuelta al trabjo de una forma descentralizada. No había una estrategia de huelga general con una estrategia política definida. Todo eso se discute muy poco ya que el PCF se siente muy incómodo hablando del 68. Lo que queda en la izquierda, somos nosotros, la LCR, y alguna otra organización de la izquierda radical para traer este debate.

Manel Ros: ¿Es posible que hoy día se vuelva a dar una situación como la del 68?

Daniel Bensaïd: Creo que ahora mismo es más difícil, pero al mismo tiempo sería más explosivo. Es más difícil porque cuando tienes un paro de 3 millones y un sector precario tan elevado la gente no se lanza a la lucha de manera tan cómoda, tiene mucho que perder con la amenaza de despidos, por ejemplo. Pero al mismo tiempo las razones para rebelarse son más fuertes y si estalla puede ser mucho más fuerte. Por ejemplo, el tema de la violencia. En el 68 la violencia fue muy espectacular por todo el tema de las barricadas, etc., pero al mismo tiempo fue muy limitada. No hay muchos casos en la historia de una huelga general de un mes y de 8 millones de trabajadores con 10 muertes, que es demasiado, pero al mismo tiempo es poco para un movimiento de estas características. Hoy con el endurecimiento de la confrontación social un movimiento de este tipo no sería tan tranquilo.

Lo que sí que podemos decir es que en el 68 hubo una ampliación de la huelga hasta sectores sociales de servicios, de comercios, de comunicación, del cine, etc. Tenía las características de una huelga en una sociedad que no existía de esta forma a principios del siglo XX. El 90% de la población activa eran asalariados, entonces era una huelga general no solo de los obreros, sino de toda la sociedad prácticamente. Y eso también anuncia el tipo de movimientos sociales que tenemos actualmente. Es más difícil iniciarlo pero si se hace podriá ser más crudo. Ahora sería muy diferente porque la situación es más grave.

2007

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