En los cien primeros días de su gobierno, Lula da las espaldas a sus compromisos, lanzando un plan de reformas liberales.
Cuatro meses después de la asunción de Lula a la presidencia de la Republica, algunos se preguntan si contrariamente al slogan de la campaña electoral, que prometía una victoria de la esperanza sobre el miedo, el miedo no ha vencido ya a la esperanza.
La mayor parte de los comentaristas lo señalan: la continuidad de la política de Lula en relación a la antes criticada política de Fernando Henrique Cardoso. Si la hostilidad encontrada entre los parlamentarios del Partido de los Trabajadores ha obligado al gobierno a postergar la autonomía del Banco Central, el capital financiero ha obtenido lo esencial con la nominación de Meirelles un hombre de toda su confianza, y con la ortodoxia del ministro de Economía Palocci, obnubilado con el objetivo de una inflación de 8% a cualquiera que sea el costo social de esa política.
Desigualdades
En el plano social, las reformas son más que tímidas. El programa “Fome Zero” (Hambre Cero) que fue uno de los estandartes del PT en el curso de la campaña electoral, es una sordina falta de financiamiento. Lo mismo sucede con los planes de salarios o de la reforma agraria. Uno no se puede comprometer por un lado a obtener excedentes financieros y comerciales para pagar el servicio de la deuda, y por otro, satisfacer al mismo tiempo los reclamos sociales de un país que está entre los mas desiguales del mundo.
Esta contradicción explosiva es ilustrada en el proyecto de reforma de la Previdencia, donde la lógica general – al lado de medidas técnicas o fiscales presentadas como en Francia en nombre de una mejor equidad entre públicos y privados – se parece a la reforma de Raffarin-Fillon. Esta reforma que – hecho excepcional – a recibido la aprobación de todos los gobernadores de los estados, tanto de derecha como de izquierda, es del tipo que, en ocho años de mandato, Cardoso se había esforzado (en vano) de hacerla pasar. Escenario clásico: la centro izquierda está encargada de aplicar las medidas de regresión social que provocarían una explosión social si ellas fueran aplicadas por la derecha.
Evidentemente, el curso por lo menos social-liberal del gobierno en materia económica y social alimenta decepciones y suscita resistencias en el movimiento social tanto como en las filas del PT. La Central Unica de los Trabajadores es claramente hostil a la reforma de la Previdencia. El Movimiento Sin Tierra se moviliza y han tenido lugar enfrentamientos en algunos estados con los esbirros armados de los grandes propietarios.
Las críticas se elevan en los mejores intelectuales y entre los economistas de izquierda y entre los parlamentarios del partido. Para imponer este viraje y las medidas antipopulares que implica, es necesario hacer reinar el orden en las filas del partido y de transformarlo en una correa de transmisión de la política gubernamental.
Este es el sentido de las medidas disciplinarias anunciadas por la dirección del PT que ha decidido a fin de mayo por 13 votos a 7, de llevar a tres parlamentarios (la senadora Heloísa Helena, de la corriente Democracia Socialista y los diputados Luciana Genro y Babá 1/) a una comisión de disciplina (bautizada conforme a los actuales tiempos, Comisión de Etica), y posteriormente suspender de la bancada parlamentaria del PT a Luciana Genro y a otro diputado, por haber difundido un video de 1987 donde Lula combatía punto a punto las medidas que hoy él mismo aplica.
Proceso a la opinión
Heloísa Helena ya había rechazado de avalar con su voto la elección de Meirelles a la cabeza del Banco Central, y del oligarca Sarney, ligado a la mafia del Nordeste, a la presidencia del Senado. Los tres parlamentarios incriminados han declarado que el proyecto de reforma de la Previdencia es contrario a las orientaciones del ultimo congreso del PT (Recife, diciembre 2001), contrario a la política seguida contra los proyectos de Cardoso.
La amenaza de expulsión que pesa sobre ellos revela en la etapa actual, que se trata de un puro proceso a la opinión o de intención. Su significado es claro. Se trata de saber si el PT puede tener libertad de palabra y de acción en tanto que partido distinto del gobierno, o si será el simple albergue de las decisiones gubernamentales en la sociedad civil al precio de perder su credibilidad social.
Numerosas voces importantes ya se han levantado contra los procesos a los “tres radicales”, entre ellos el senador Eduardo Supplicy, Plinio Sampaïo (representativo de sectores ligados a la Iglesia), del escritor Emir Sader, del sociólogo Chico de Oliveira, y del filósofo Paulo Arantes. En una encuesta realizada por el diario Folha de Sao Paolo (21 mai 2003), 57% de las personas interrogadas estimaron la posición de los “radicales” legitima y fiel a la que era defendida por Lula en 1987; solamente un 8% estimaron que los radicales se han excedido con sus criticas.
Paralelamente, economistas de renombre como Maria da Conceiçao Tavares, se rebelan contra la política económica del gobierno, y personalidades lo interpelan sobre sus intenciones en relación al ALCA (ver Rouge 22 mai 2003).
Indignación
En este cuadro, el procedimiento de exclusión contra los “radicales” puede valer de test. Nuestra camarada Heloísa a declarado recientemente que ella no iba a abjurar de su posición sobre la reforma de la Previdencia. Ella ha dicho que prefería estar “en la tendencia de Juana de Arco antes que en la tendencia Galileo” (Le Monde, 25 mai 2003).
Todos aquellos que han visto nacer en Brasil un partido de clase y lo han sostenido, están golpeados por la velocidad con la que su dirección, da las espaldas a sus principios y sus compromisos. Están francamente indignados, moral y políticamente, con las amenazas de purgas contra los militantes radicales a los que ellos no dejarán de manifestar su entera solidaridad.
Viento Sur. Publicado en Rouge, semanario de la Liga Comunista Revolucionaria (sección francesa de la Cuarta Internacional), el 29 mai 2003.
Nota de la redacción del boletín: El otro diputado suspendido es Joao Fontes (estado de Sergipe).
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