Alexis Lacroix, Marianne, entrevista a Daniel Bensaïd.
Cuando oigo hablar de un nuevo New Deal o de soluciones keynesianas… ¡me echo a reir!
Marianne: ¿Puede todavía la izquierda “reanimarse” ideológicamente?
Daniel Bensaïd: A pesar de su debilitamiento, el PS sigue siendo el partido central de la izquierda institucional. Con sus posiciones en los consejos regionales, no hay que pensar que vaya a mantenerse a ese nivel en las elecciones regionales, en 2010. Pero está siempre confrontado a una alternativa que no llega a arrancar. Para reconquistar el electorado popular perdido, tendría que proponer una política social mucho más radical frente a la crisis. Debería tener la audacia de volverse el campeón de un relanzamiento anticapitalista. Pero como ese partido, cuando estaba en el gobierno, contribuyó a reforzar la lógica presidencialista, no hay ninguna posibilidad de que lo haga. Sus alianzas se sitúan y se situarán, por la fuerza de las cosas, en el centro izquierda, con los Verdes de Daniel Cohn-Bendit o un MoDem renovado.
Marianne: ¿En qué dirección tendrían que ir los socialistas para reconstruir un programa creible?
Daniel Bensaïd: Nosotros no tenemos ningún consejo que dar a los socialistas. Para reconstruir una izquierda auténtica tendrían que revisarlo todo. Y ante todo reconocer que por medio del desmantelamiento de los mecanismos del Estado-providencia, al que contribuyeron activamente, han socavado las bases de la socialdemocracia europea.
Marianne: Esta “destrucción” de las bases de la socialdemocracia europea, que reprochas al PS, habría debido hinchar en cambio los sufragios de la izquierda radical. ¿Cómo explicar, en este contexto, el débil resultado electoral del NPA?
Daniel Bensaïd: Siempre hemos sido conscientes de que había una distancia nada despreciable entre la popularidad personal de Olivier Besancenot y la realidad militante y electoral del NPA, que podría ser estimada de forma razonable entre el 6% y el 7%. Nuestro resultado en las elecciones europeas – con una campaña llevada a cabo por cabezas de lista nuevas y con Olivier deliberadamente más atrás – se ha situado de hecho en esta horquilla. Además, como en cada escrutinio europeo, las abstenciones se han concentrado en el electorado popular, en particular en la juventud que representa una gran parte del electorado de Besancenot a la presidencial. Pero el criterio decisivo para nosotros es saber si consolidamos una presencia militante en los lugares en que nos queremos implantar de forma duradera. Desde ese punto de vista, el escrutinio del 7 de junio ha sido positivo.
Marianne: ¿La aparición del Frente de Izquierda, de Jean-Luc Mélenchon, siguiendo las huellas del NPA, no indica por contraste que os habéis equivocado al dejar de lado la problemática republicana?¿
Daniel Bensaïd: Pienso que nuestro verdadero fallo no ha sido ése. Tendríamos que haber articulado mejor la propuesta europea y la lucha contra la crisis. Habría hecho falta mostrar que el europeo era el buen nivel de respuesta a la gran crisis. Porque la minoría del 40% de electores franceses que se expresaron el 7 de junio se interesaban pese a todo por la cuestión europea. Estos electores esperaban que se les hablase de Europa. No lo hemos hecho suficientemente. Por ello, el apoyo de los dirigentes socialistas y los de Europa Ecología al Tratado de Lisboa ha pasado casi desapercibido.
Marianne: ¿La división de la izquierda radical puede ser todavía superada, en la perspectiva de las regionales de 2010?
Daniel Bensaïd: Durante estas elecciones europeas, la división de la izquierda radical no mostró ningún diferendo fundamental sobre las bases políticas de la campaña. El obstáculo ha sido nuestra voluntad, muy justificada, de conservar nuestra independencia respecto al PS y nuestra reticencia a servir de carne de cañón electoral para después ser dejados de plano en las regionales, cuando es probable que el PC vuelva a sus amores plurales con el PS. En adelante, estamos al pie del muro. Pero no tenemos que lamentar esta estrategia. Visto más de cerca, el esquema del plan de relanzamiento socialista – aunque se eleva a 40.000 millones de euros – no es cualitativamente diferente del plan de relanzamiento de Sarkozy. Sin ruptura con el marco de restricciones europeas, ni reconquista del servicio público, ni revaluación del poder de compra, el plan de relanzamiento socialista, que no implica tampoco medidas radicales de prohibición de despidos, se sitúa de hecho en los mismos márgenes de “moralización del capitalismo” que el de Sarkozy. Se oye cada día más el coro de quienes predican una salida inminente de la crisis. La crisis actual, al igual que la de 1929, puede desembocar en un “relanzamiento” como el que hubo entre 1933 y 1937. ¡Pero más dura fue después la (re)caída! La crisis actual es una crisis histórica de la ley del valor. El instrumento de medida de la producción y del intercambio de riqueza por el tiempo de trabajo abstracto produce un desastre social.
Marianne: ¿Qué reprocháis a la izquierda reformista frente a este contexto inédito?
Daniel Bensaïd: Quedarse “fuera de juego”, tanto en términos de pronóstico como de respuesta. Entre quienes quieren salvar al capitalismo y quienes quieren combatirlo, la línea de división es la cuestión de la propiedad, del derecho a la existencia (a la vivienda, al saber) oponible al despotismo de mercado. Si el diagnóstico del NPA es justo, asistimos a una enésima crisis económica, pero también a una crisis de soluciones a la crisis. Cuando oigo hablar de un nuevo New Deal o de soluciones keynesianas en el marco del capitalismo mundializado realmente existente, ¡me echo a reir!
Marianne: ¿Por qué?
Daniel Bensaïd: Porque el keynesianismo supone un espacio económico homogéneo, con un efecto de arrastre del consumo sobre la producción. En una economía mundializada y en una Europa “vuelo al viento”, este dispositivo es inviable. Si se piensa, como nosotros, que la crisis será más grave y más larga, hay que inscribirse de forma duradera para reconstruir una izquierda fuerte y de combate. Todo indica que el PS, en los meses y años por venir, va a deslizarse en operaciones del tipo “partido demócrata” y acabar con las mismas desventuras sufridas por Romano Prodi en Italia. Una vez más, la política del mal menor amenaza con producir el peor.
Marianne, 10 de julio de 2009
http://www.marianne2.fr/
Traducción: Viento Sur
www.danielbensaid.org