Nunca vimos la referencia al trotskismo como una manera de cerrarnos a los demás. Para nosotros, era más como un reto en la discusión y la polémica. Nosotros aceptamos la etiqueta de trotskista en nuestro conflicto con los estalinistas, pero sin construir una identidad neurótica a partir de ella. Tampoco minimizamos la importancia de este patrimonio. Siempre hemos rechazado la simplificación que generalmente acompaña este tipo de etiquetado. Nos opusimos a la ortodoxia reduccionista. Al mismo tiempo que siempre tuvimos las contribuciones de Trotsky en la más alta consideración, nuestra formación política ha tratado de cultivar la memoria y la cultura plural del movimiento obrero, incluyendo a Rosa Luxemburgo, Gramsci, Mariátegui y Blanqui, pero también a Labriola, Sorel y la totalidad de lo que Ernst Bloch llama la “corriente cálida del marxismo”. Por supuesto, el trotskismo tiene un lugar especial dentro de este patrimonio, que carece de herederos y un manual de instrucciones. Gracias a la lucha de la Oposición de Izquierda y luego de la Cuarta Internacional contra la reacción estalinista – que costó sus vidas a Trotsky, Nin, Pietro Tresso y muchos otros – el proyecto comunista no pudo ser totalmente usurpado por su impostor burocrático.
Hay quienes tratan de poner la historia del movimiento obrero detrás de nuestra realidad presente. Con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética la pregunta es: ¿ha sido el trotskismo liberado de la argumentación en negativo que le correspondía (la argumentación contra el estalinismo) y por tanto ha perdido su “razón de ser”? Parece claro que las actuales divisiones dentro de los movimientos de emancipación no pueden ser conjugadas en tiempos verbales pasados.
Las controversias que se prolongaron hasta muy recientemente – como la que rodea el carácter preciso de la Unión Soviética – hoy ya no tienen consecuencias prácticas. En este sentido, realmente hemos pasado página. Sería imprudente, sin embargo, sostener que el estalinismo ha sido definitivamente relegado al pasado. El estalinismo fue la forma histórica particular que tomó el peligro de burocratización del Estado y que hoy es una amenaza para los movimientos emancipatorios. Contrariamente a las afirmaciones apresuradas de algunos, este peligro no es el producto natural de la “forma partido” sino que es consecuencia de la división social del trabajo en las sociedades modernas, y esto es algo infinitamente más grave. Esta amenaza cobra gran importancia para todas las formas de organización – ya sea sindical, movimiento social o partido político – durante todo el tiempo que esta división social del trabajo perdura. La forma histórica específica del estalinismo ha muerto, pero las lecciones que pueden extraerse de esta experiencia son en realidad más importantes que nunca. Es fundamental garantizar el desarrollo de la democracia socialista a todos los niveles. Estas lecciones no son propiedad exclusiva de las organizaciones que proceden de la tradición trotskista o comunista libertaria. Tienen una base mucho más amplia, y esto no es algo por lo cual haya que lamentarse. Cuando lo que he llamado el “equipaje del éxodo” se convierte en un bien colectivo de la nueva izquierda anticapitalista, estamos ante una especie de victoria póstuma para aquellos tan gravemente derrotados por la contrarrevolución estalinista. El “corto siglo XX” ha terminado y un nuevo ciclo de lucha de clases apenas está comenzando. Se plantean nuevas y cruciales preguntas, comenzando con el desafío ecológico. Para la LCR fue esencial romper con la rutina y tomar el riesgo de ir más allá de sí misma, sin renunciar a su historia. El NPA no se definirá a sí mismo como una organización trotskista. Su objetivo será reunir una gama de experiencias y corrientes sobre la base de los hechos y las tareas del nuevo período. En cualquier caso, para llegar lejos necesitará de la historia y la memoria.
Sábado 9 de enero de 2010
Ha sido extraído de www.internationalviewpoint.org
Traducción para foroanticapitalista.blogspot.com: Pablo F.
www.danielbensaid.org